Mitos sobre la transición a energías limpias para empresas
Mitos sobre la transición a energías limpias para empresas
La transición a energías más limpias o renovables es el tema en las agendas de todo el mundo, y en México no es la excepción, el objetivo es reducir emisiones de CO2 lo más posible para cumplir con el Acuerdo de Paris. Y aunque éste es un camino que ya comenzamos a recorrer, aún hace falta mayor adopción y entendimiento por lo que hoy hablaremos de los mitos más comunes alrededor de esta transición.
La energía limpia y sustentable ha recorrido un largo camino desde la primera rueda hidráulica, molino de viento y celda solar. Los sistemas solares y eólicos están demostrando ser más limpios y más baratos, sin embargo,
hay mucha desinformación alrededor de estas alternativas para reducir las emisiones de CO2, y es importante saber qué tanto es real y qué tanto no.
Mito 1: No pueden reducirse las emisiones de CO2 usando Gas Natural en conjunto con energías renovables
Realidad:
Debido al aumento coincidente en la capacidad de Gas Natural para empresas en todos los sectores industriales, es fácil concluir que al ser un combustible mucho más limpio es una realidad palpable, ya que se trata de un tipo de energía comprobada para la reducción de emisiones CO2, por lo que incluso ha sido nombrado “el combustible de la transición energética”.
Al menos en Estados Unidos, el Gas Natural se ha convertido en la fuente de combustible más grande del país. Desde el año 2000, las emisiones de CO2 de la generación de energía han caído un 21 %, los niveles más bajos en casi 30 años.
El reducir las emisiones de CO2 beneficia a las comunidades y al medio ambiente, al tiempo que impulsa a los países que lo utilizan, hacia el progreso climático positivo. Desde el comienzo de esta transición, el cambio a Gas Natural evitó que se emitieran a la atmósfera 383 millones de toneladas métricas de dióxido de carbono al año; lo que es equivalente a sacar de circulación más de 81 millones de vehículos de pasajeros en el mismo periodo de tiempo.
Mito 2: La producción de bioenergía tiene efectos negativos sobre la naturaleza, el clima y la seguridad alimentaria.
Realidad:
Todos los biocombustibles líquidos se producen a partir de cultivos que también se utilizan para la producción de alimentos, como el maíz, la caña de azúcar, la soya, el coco y el aceite de palma. Por lo tanto, la creencia es que, ante el aumento de la demanda de biocombustibles habrá un aumento de los precios en los alimentos y agravará la seguridad alimentaria.
Sin embargo, estudios recientes han demostrado que otros factores, como el aumento de los precios de los combustibles, el aumento de los precios de los fertilizantes y los costos de transporte, tienen un impacto mucho mayor en los precios de los alimentos en el mercado de productos básicos agrícolas, que el aumento de la producción de biocombustibles como tal.
Además, a nivel ambiental, los cultivos bioenergéticos pueden funcionar como un amortiguador para los entornos circundantes, al
enriquecer el contenido de carbono del suelo, mejorar las condiciones de la tierra y reducir la desertificación.
Mito 3: La transición energética es demasiado costosa
Realidad:
Las transiciones energéticas del pasado se movieron lentamente porque dependían de cambios radicales en la infraestructura de fuentes centralizadas. Por el contrario, la transición a la energía renovable de hoy está impulsada por una generación y almacenamiento descentralizados que permite tener más puntos de suministro sin el costo que significa invertir en infraestructura.
Para empresas e inversionistas, éste es el momento de invertir en energías menos contaminantes.
Las suposiciones comunes y erróneas sobre la
transición a la energía sustentable se están volviendo obsoletas rápidamente. El nuevo sistema energético que ya se está construyendo, beneficiará al planeta y a las generaciones futuras, y la inversión destinada a este tipo de tecnología, rendirá sus frutos cuando menos te des cuenta.
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